Las normativas de emisiones son muy restrictivas para todos los vehículos con motores de combustión, y los camiones no son ni mucho menos ajenos a las directrices que se imponen a la industria para conseguir una atmósfera más limpia. El problema es que mientras llegan los camiones movidos por motores eléctricos en cualquiera de sus versiones, los actuales diésel tienen que hacer malabares.
Para seguir jugando al limbo con los límites de homologación y con una tecnología que no da mucho más de sí, los fabricantes han declarado la guerra al peso. Mover una masa inferior requiere quemar menos combustible y para lograrlo Renault se ha lanzado de cabeza a la impresión digital 3D para arañar unos cuantos kilogramos a su última generación de motores.
Menos peso = menos consumo y más carga útil
Superar la normativa Euro 6 manteniendo los mismos niveles de rendimiento no es una tarea sencilla, por eso el fabricante galo se ha volcado con la creación de piezas complejas capaces de pegar un buen tijeretazo sobre la báscula. El proceso empleado se llama fabricación aditiva en metal capa a capa.
Los resultados son prometedores con un régimen que arroja un ahorro del 25% del peso final, 120 kg de los 525 kg que pesa el motor original, pudiendo reducir de paso el tamaño final del bloque térmico. La abrazadera del alternador, el soporte del cableado o incluso los balancines pasarían a crearse mediante impresión digital.
De las 841 partes que componen el motor se han suprimido 200 mediante la integración, eliminando una cantidad considerable de horas de montaje en la cadena de producción si esta técnica se llevase a la producción en serie. El bloque de los cilindros tiene 80 piezas menos y otras 45 que se fabricarían de una sola