Donald Trump nunca ha sido la persona más reflexiva ni analítica, ni siquiera en sus declaraciones institucionales como presidente de los EE.UU. Trump se encuentra en estos momentos de gira asiática, y ha visitado Japón, uno de sus más fuertes aliados en la zona. Además de hablar de la amenaza norcoreana y otros asuntos de política internacional, Trump ha tenido que dar la nota, y ha tenido que atacar a la industria automovilística japonesa. Les insta a “fabricar coches en EE.UU. en vez de exportarlos”, demostrando un profundo desconocimiento del sector. Tres de cada cuatro coches japoneses vendidos en EE.UU. son fabricados localmente.
El discurso de Trump sólo resuena en los oídos más ignorantes de la sociedad americana, aquellos que le votan ciegamente, aquellos que siquiera se cuestionan lo que dice el político y sus medios de comunicación afines. En su arremetida contra la industria japonesa del automóvil se ha olvidado de algunos detalles importantes. Como por ejemplo, que los fabricantes japoneses poseen 24 plantas productivas y 43 centros de desarrollo en suelo americano. Los fabricantes de coches japoneses dan empleo de forma directa a 90.041 personas, con casi 1,4 millones de empleos indirectos en suelo estadounidense.
Toyota Camry, Nissan Rogue, Honda Accord, Toyota Tundra, Nissan Altima, Honda Civic, Toyota Tundra… todos estos superventas son fabricados en Estados Unidos.
Todas las marcas japonesas poseen algún tipo de centro de I+D o plantas productivas en EE.UU., y algunas de ellas llevan décadas comprometidas con este enorme mercado. Sin ir más lejos, Honda lleva produciendo coches en suelo estadounidense desde el año 1982, y lanzó su marca Acura pensando precisamente en el mercado estadounidense – donde han producido hasta la fecha 23,6 millones de vehículos. Honda fabrica localmente los Accord o los Civic, auténticos superventas que superan el medio millón de vehículos vendidos