Sabemos que la vorágine de la electrificación en esta nueva era de la automoción no es todo ventajas. Los fabricantes quieren estar preparados para sobrevivir en un escenario de restricciones en aras del medio ambiente que será cada vez más complicado. Las materias primas como el cobre, el cobalto, el grafito, el lito o el magnesio son finitas, y en Europa hay muchos huecos que cubrir y dos gigantes contra los que luchar: China y Estados Unidos.
Ante la posible escasez de materias primas a las que se enfrenta Alemania, BMW ha anunciado la inversión, en los próximos cuatro años, de 200 millones de euros en un centro interdisciplinario con sede en Múnich. Tiene como objetivo avanzar en la tecnología de las celdas de la batería e introducirla en los procesos de producción. Se espera que los avances en la tecnología de la batería extiendan el rango de conducción de eléctricos puros a hasta 700 km e híbridos enchufables a 100 km.
Con la quinta generación del motor eléctrico en el punto de mira
BMW ya está desarrollando la quinta generación de su transmisión eléctrica para su lanzamiento en 2021. Su concepto modular significa que también es escalable y puede modificarse para una amplia gama de diferentes paquetes y niveles de rendimiento, aumentando la flexibilidad y facilitando la instalación del nuevo componente de transmisión eléctrica en diferentes derivados de vehículos.
Otro punto a destacar es que el nuevo motor eléctrico no requiere el uso de tierras raras, por lo que BMW ya no depende de su disponibilidad. Gracias al mayor desarrollo de la batería en particular, el nuevo tren motriz eléctrico amplía la autonomía de vehículos eléctricos hasta 700 km. En modelos híbridos enchufables, son posibles distancias de hasta 100 kilómetros.
Para conseguirlo, el fabricante bávaro planea convertir Múnich en su centro de investigación