Si por algo se ha caracterizado Mazda en los últimos años, en su última oleada de productos, ha sido por afrontar el futuro de sus motores de gasolina desde una perspectiva muy diferente a la del resto de fabricantes, tan diferente como para renunciar al turbo, que es ya prácticamente un estándar. En estos años, Mazda ha preferido trabajar en el perfeccionamiento de la combustión de sus motores para alcanzar objetivos como la reducción de los consumos y las emisiones. Pero en los últimos meses hemos asistido a una novedad importante, que ahora se confirma con la presentación del nuevo Mazda 6. Mazda se pasa a los motores de gasolina turbo, y con cuatro cilindros. Y tiene una buena razón para hacerlo que, por suerte, o por desgracia, no es Europa.
Mazda necesitaba un motor de gasolina más potente, con el que desvincularse por completo de Ford, otrora propietaria de la marca de Hiroshima, y responsable del último motor V6 de gasolina que ha comercializado Mazda. Evidentemente, este motor de seis cilindros en uve no necesitaba un sustituto en Europa, donde su gama actual no tendría sitio para un motor de estas características. Hablamos de un motor que era casi imprescindible en Estados Unidos, donde gamas como Mazda CX-9 o Mazda 6 giraban en torno a este motor.
En su línea, Mazda quería seguir ofreciendo motores a la medida del público y el producto que comercializan en Estados Unidos, pero empleando lo que para ellos era la solución más adecuada. Y la solución que encontraron no fue otra que sobrealimentar su motor de gasolina y cuatro cilindros para lanzar el motor SKYACTIV-G 2.5 T.
Mazda se ha pasado al turbo para ofrecer un motor de gasolina más potente en Estados Unidos, con el que remplazar a los antiguos motores V6 de origen Ford
SKYACTIV-G