Ahora que todo es paz y amor vamos a traerte un pequeño regalo que te hipnotizará durante tres minutos. Ni música de la verbena, ni comentarios, ni imágenes de relleno, sólo un Volkswagen Golf de segunda generación preparado hasta las cejas para subidas de montaña rugiendo y escupiendo llamas.
Por suerte para todos no toda la competición del motor es Fórmula 1 y quedan muchas disciplinas pero mucho menos conocidas donde podemos encontrar maravillas como este coche cuya vida comenzó en el año 2000 en manos de Karl Schagerl (Austria). Dale al play, te va a gustar.
Más de 600 CV, 4×4 y carrocería de DTM
Bajo la premisa de crear un coche sencillo y relativamente barato con el que moverse a diario. Schagerl tomó un Golf MK2 y le incrustó un motor 2.0 TFSI de un Golf de quinta generación. Obviamente no quedó ahí la cosa, porque también se le adaptó una transmisión integral 4Motion con la que hacer frente a los inviernos nevados y, de paso, le metió una caja de cambios de Golf MK4.
Una vez que ya se había ensuciado las manos pensó que ya que estaba podía apretar un poco la mecánica, así que terminó con una bestia de hillclimb con más de 600 caballos y 650 Nm de par motor bajo el capó a base de modificar el bloque y las piezas internas, una caja de cambios secuencial de KAPS Transmissions, una carrocería rollo DTM y cierto aire a coche del Grupo B.
Lo mejor es que el nombre escogido para este misil con sabor añejo podría pasar por un coche oficial de Volkswagen: Golf 2 TFSI-R 2.0, y su decoración está inspirada en los últimos Polo WRC de la marca