SALVE, OH QVADRIGAPASION! Corren tiempos extraños en el vasto Imperio Romano, y es nuestra misión desentrañar todas las intrigas que suceden y amenazan nuestra forma de vivir y de sentir la pasión por el movimiento. Podemos reparar en todos los detalles sobre las competiciones de carros, y quizá nos dejemos embelesar por los gloriosos éxitos de Diocles, pero no debemos desatender en modo alguno las sombras que nos acechan.
Suenan rumores de manipulación en el forraje que alimenta nuestros caballos, se habla de las restricciones al tráfico en la urbe, se comenta que en el Senado comienza ya la investigación en torno al escándalo de los laureles victoriosos.
¿Cómo permanecer al margen de todo esto? ¿Cómo alejarnos de las noticias que vuelan de Oriente a Poniente alrededor del Mare Nostrum? Al mundo entero nos debemos: desde las tierras griegas, donde tenemos la cuna de nuestra cultura, hasta los límites de la Tierra, allí donde el mar nos separa del frío abismo.
Es por todo eso que venimos, oh lector, a darte cuenta de los eventos consuetudinarios que acaecen en las vías del Imperio, sin desatender los logros de nuestros héroes, pero sin enmascarar tampoco la cruda realidad. Esperamos que los dioses nos sean propicios en esta jornada que hoy comienza.
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