Hace 10 años por estas fechas estaba de viaje por Estados Unidos con unos amigos. Orlando fue la base de operaciones en aquel viaje, aunque también hicimos una visita a Miami. De camino hacia la ciudad más hispana de Estados Unidos, me enteré por casualidad de que al día siguiente se disputarían las 24 Horas de Daytona, así que no quise perder la oportunidad de asistir a una carrera de la que hoy todo el mundo está hablando por la participación de Fernando Alonso y otros pilotos españoles, como Dani Juncadella, Miguel Molina y Antonio García, nico español que ha vencido esa prueba en la edición de 2009.
Aquel viaje a Daytona me sirvió para varias cosas. Por un lado, para conocer cómo es desde dentro esta competición, tan antagónica con las otras pruebas de 24 horas que se celebran en Europa. Por otro lado, descubrí un lugar fantástico, las playas de Daytona, lugar donde realmente nacieron las 24 Horas de Daytona y casi podríamos decir el automovilismo de competición en Estados Unidos, un infinito arenal donde como pude comprobar, es legal entrar con el coche y conducir libremente.
Daytona International Speedway, un circuito gigante casi vacío
Lo primero de lo que vamos a hablar, es sobre la carrera de las 24 Horas de Daytona. El circuito, como es habitual en este tipo de instalaciones en Estados Unidos es gigantesco. Una fastuosa construcción con capacidad para 101.500 espectadores sentados en las gradas, más los que pueden estar viendo las carreras desde la parte interior del trazado.
Como curiosidad, aunque el circuito no está junto al mar, desde la parte más alta de las gradas se puede ver perfectamente el Océano Atlántico, lo cual nos permite dimensionar cómo de altas son las gradas. También dicen que el Daytona International Speedway es la