Trini, de 84 años, se ha convertido estos días en noticia. Obtuvo su primer permiso de conducir a los 84 años, y apenas unos días después de aparecer su épica historia en los medios de comunicación, supimos que había caído con su vehículo por un barranco. Afortunadamente, sólo sufrió daños leves.
Más allá de este desenlace, la historia de Hermenegilda Trinitaria Cebrián, conocida como Trini, es tan llamativa como ilustrativa de un tipo de conductores que a veces pasan desapercibidos en nuestra sociedad, y a los que conviene prestar atención: los conductores de avanzada edad.
La vimos en Telecinco, la vimos en
TV3, leímos su historia en todas partes. Incluso el Ayuntamiento de Alginet (Valencia), el pueblo donde reside, le rindió un pequeño homenaje cuando obtuvo el permiso de conducir. Reina por un día, como el título de aquel programa que ponían en la tele de los años sesenta.
Observamos de nuevo los vídeos. Todo el mundo dice maravillas de ella. La teórica, a la primera. El examen práctico, a la primera. «Todo un ejemplo de superación y de vitalidad», leemos. Y lo cierto es que su frase recurrente no admite tacha: «Mis tiempos son estos, esta época es mía y quiero vivirla». Y nos cuentan los reporteros que utiliza WhatsApp y Facebook, y que hasta hizo tests de teórica en casa con el ordenador.
El barullo mediático confunde hasta el punto que Telecinco nos muestra a Trini junto a un Toyota Auris de la autoescuela de su pueblo, aunque ella ha obtenido el permiso de la clase AM (para conducir ciclomotores) y además «limitado», es decir, para conducir de forma exclusiva cuatriciclos ligeros.
¿Importa la diferencia? Para algún reportero de la tele, quizá no. Para alguien que forma conductores sí que importa. La exigencia de las pruebas necesarias para