La combinación de la conducción autónoma con el auge de los servicios de car-sharing sería la tormenta perfecta para acabar con el coche privado. De hecho, la conducción autónoma sería el detonante del crecimiento de los servicios de coche compartido, al estilo de Uber. El cual a su vez sería el causante de la caída en picado de las ventas de coches nuevos a partir de 2030. Al menos así lo entienden los analistas del Crédit Suisse.
Según la entidad financiera, la producción de automóviles se estancaría en 2030, la producción en los mercados emergentes compensando la caída en los mercados desarrollados. Y es que el menor coste de los servicios de coche compartido con respecto a los costes asociados a la posesión de un coche llevará al declive de las ventas de coches nuevos. Las flotas de las compañías tipo Uber conformarán la mayoría de los coches en circulación en los países desarrollados.
La tormenta perfecta
Credit Suisse no es el primero en predecir un futuro dominado por el coche autónomo compartido, sin embargo es la combinación de la conducción autónoma y del car-sharing tendrá un mayor impacto que cualquiera de esos dos conceptos de forma individual. En 2040 el 14 % de los coches nuevos serán de conducción autónoma de nivel 4 o 5, mientras que un tercio de las ventas serán de coches semiautónomos.
Por una parte, al eliminar la necesidad de pagar a un conductor en las empresas de transporte individual supondrá un incremento de los beneficios para las empresas tipo Uber y una reducción de los costes de uso de sus servicios por parte de los usuarios.
Y por otra parte, esos mismos coches autónomos, que no necesitan horas de descanso, podrán estar más tiempo en circulación, por lo que pondrán ganar más dinero para la compañía al