Estos días se estrena la tercera generación del Mercedes-Benz CLS, el modelo que creó el segmento de los “cupés de cuatro puertas”. Lo hace con un nuevo diseño, motores de 6 cilindros y tracción integral para toda la gama. En esta ocasión probamos el Mercedes-AMG CLS 53 equipado con un 6 cilindros en línea turbo y con un sistema mild hybrid de 48 V. ¿Habrá perdido el carácter de los AMG? ¿Será una propuesta más acorde con el concepto del CLS?
El Mercedes CLS ocupa un lugar especial en la gama del fabricante de Stuttgart. Es un coche halo, que inició toda la tendencia de los mal llamados “cupés de cuatro puertas” (un truco de marketing para vender berlinas sin llamarlas berlinas) y del que se han vendido más de 375.000 unidades desde 2004. El CLS es un coche que abre camino, especialmente para Mercedes, pero también para el resto de la industria. Y esta tercera generación no es ninguna excepción.
La gama inicial se compone en gasolina de dos bloques de 6 cilindros en línea y en diésel de otros dos 6 cilindros en línea (más adelante llegará una variante de 4 cilindros 2.0 litros turbo de unos 300 CV). Sin embargo, hoy es la variante AMG que nos interesa. Primero porque sustituye el V8 4.0 litros biturbo que tanto gusta por un 6 cilindros en línea de 3.0 litros sobrealimentado y luego porque para compensar la pérdida de dos cilindros utiliza un sistema mild hybrid de 48 voltios con un motor de arranque/alternador de 22 CV.
También es la primera vez que podemos experimentar en vivo lo que aporta esta solución técnica, la cual ya preveíamos en 2016 que inundaría el mercado (te explicamos en qué consiste y como funciona aquí). ¿Entonces ya no habrá un CLS equipado con un