El Mazda MX-5 RF es uno de esos coches que giran cuellos. Nos hemos ido de ruta por las afueras de un ajetreado Madrid en Semana Santa, hasta las orillas del río Tajo para disfrutar el motor Skyactiv-G de 2.0 litros y 160 CV. Porque… por qué no hacerlo.
12 segundos y adiós techo
La ruta a seguir se basa en la improvisación, tratando de evitar algunas nubes que amenazan con tormenta. Conducimos esta mezcla entre cupé, targa y cabrio y enfilamos el rumbo desde la capital de Madrid hacia Aranjuez, en un día festivo en el que abundan las procesiones y los puntos más emblemáticos de la comunidad se colapsan.
Aranjuez es uno de esos sitios al que los madrileños no nos da pereza volver. Situada en el valle que forma la vega de los ríos Jarama y Tajo, se alza esta ciudad, declarada Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001. Está a 41 km al sur de Madrid, y Toledo, Ocaña o Seseña lo rodean.
Durante el viaje, sin complicaciones y repleto de carteles luminosos avisando de que la DGT te vigila, echamos de menos haber hecho uso de un celestial botón plateado localizado en el salpicadero y que permite que se abran las puertas al cielo, literalmente. Hablamos del techo duro retráctil, pero como no se puede accionar si no circulas a menos de 10 km/h, nos aguantamos hasta la primera etapa.
Durante el camino, curiosamente, nos encontramos con otro MX-5 RF idéntico y con matrícula muy cercana, que hace uso del claxon para saludar. Un claxon un tanto agudo y aflautado que Mazda ha elegido para el MX-5, que no termina de convencer.
La llegada a unos de los Reales Sitios de la Corona de España, antaño residencia primaveral de reyes y reinas se retrasa