Ante el auge de los coches eléctricos y por ende, de los materiales que componen las baterías, hemos pasado de un escenario novedoso ante una nueva forma de movilidad a uno incierto, en el que la escasez de materias primas y las limitaciones de las baterías de iones-litio representan obstáculos que superar.
Las baterías de estado sólido se han presentado como la solución definitiva para solventar estas limitaciones, así que los principales fabricantes japoneses se han asociado con el Gobierno para desarrollar baterías en estado sólido y hacer frente a la competencia.
Japón quiere recuperar su hegemonía: 550 km de autonomía para 2025
Este mismo mes arranca el citado programa, en el que participan fabricantes como Toyota, Panasonic, Nissan, Honda y el fabricante de baterías GS Yuasa, según informa la cabecera asiática Nikkei Asian Review. Y es que las empresas niponas del mundo de la automoción quieren hacer frente, unidas, a la fuerte competencia de países como China o Corea del Sur.
El consorcio se ha propuesto, a través del uso de electrolitos sólidos, desarrollar una batería en estado sólido que duplique la autonomía de los coches eléctricos, y otorgarles hasta 800 km de autonomía para 2030. Por el momento se apunta a un objetivo más realista de aquí a siete años: conseguir los 550 km de autonomía.
Para apoyar el desarrollo, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón proporcionará 14 millones de dólares en fondos.
Una batería de estado sólido funciona con el mismo principio que una de iones de litio; la principal diferencia está en el electrolito, que en el primer caso es un líquido y en el segundo un material sólido. Esto conlleva varias ventajas:
Incrementa la densidad de carga de la batería, por lo que puede almacenar más energía que una de iones de litio de mismo tamaño.
Puede funcionar incluso con