Amaxofobia. Quizás la palabra no te suene pero es un fenómeno mucho más común de lo que parece. Se define como fobia o miedo a conducir un coche, en su mayoría debido a una mala experiencia, o el miedo de involucrar en un accidente de tráfico a un ser querido.
En un mundo de conductores impacientes, de constantes pitidos, gritos y volantazos peligrosos, hay quien no puede soportar las situaciones más estresantes. Sudores, temblores y pánico les envuelven y son incapaces de pisar el acelerador, o de reaccionar siquiera. Hemos querido hablar con ellos para que nos cuenten cómo es la experiencia de no poder conducir por miedo. Este es su testimonio.
«Cuando di mi primer volantazo por nerviosismo, tuve terror pensando que por mi error podría haberle pasado algo a mi madre, que iba conmigo»
Rocío Pérez, que vive en Madrid, se sacó el carnet de conducir hace 10 años. Como cualquier novato, conducía de un modo bastante decente y a menudo acompañada, usualmente de su madre. Más pronto que tarde ocurrió un incidente que le quitaría las ganas de volver a agarrar un volante.
«Un día circulando por la M-30 fui a cambiarme de carril de la izquierda y no medí bien, así que el coche de al lado me pitó. Me puse un poco nerviosa, di un pequeño volantazo y casi me paso al carril del otro lado, al de la derecha, y ahí había otro coche, que también me pitó. Me enderecé, seguí en mi carril y no pasó nada, pero mi madre iba conmigo y me asusté muchísimo pensando que por mí error de cálculo podría haberle pasado algo a ella.»
Aunque fuera un incidente sin consecuencias, la sensación de miedo se quedó grabada en Rocío, que cualquier error o despiste al volante podía causar un daño