Hace unas semanas estuvimos en Portugal probando un coche revolucionario. En palabras de la marca, el más rompedor que jamás han lanzado al mercado en sus casi 80 años de historia. El nuevo Jaguar I-Pace, presentado hace apenas tres meses en su versión de producción. El I-Pace es el primer eléctrico puro de Jaguar, y además de una gran apuesta, es toda una declaración de intenciones. Es el coche con el que Jaguar da un duro toque de atención a Tesla: ya no están solos en el segmento de los SUV eléctricos de altas prestaciones. 400 CV, 480 km de autonomía WLTP y una dinámica convincente son solo algunos de sus ases.
Tabula rasa: así nació el Jaguar I-Pace
El proyecto del Jaguar I-Pace comenzó hace unos cuatro años, y lo hizo con una hoja en blanco. El equipo de desarrollo iba a crear un coche desde cero, sin partir de plataformas o motorizaciones existentes. Aunque un desarrollo así es muy ambicioso, esta ausencia de limitaciones o tecnologías es en verdad el sueño de cualquier equipo de ingenieros y diseñadores. De hecho, el equipo de desarrollo funcionó como una célula autónoma dentro de la propia Jaguar. Un equipo relativamente pequeño con una estructura horizontal, que en palabras de los responsables de la marca, funcionaba casi como una startup.
La batería de 90 kWh del Jaguar I-Pace ocupa el doble fondo del coche, concentrando sus más de 600 kilos entre los dos ejes. Su reparto de pesos es de 50:50.
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Ahora bien, una startup con el músculo financiero de una gran empresa como Jaguar-Land Rover. Se diseñó una nueva plataforma desde cero: un bastidor de acero de alta densidad y aluminio con un motor eléctrico por eje. Un coche con una batalla de 2.990 mm, que permitiría instalar