El sector del automóvil mundial está en contra de Donald Trump. El magnate americano, y ahora presidente de los Estados Unidos, ha logrado algo que hasta hace unos años parecía imposible: unir a los grandes fabricantes de coches que integran este importante sector en un fin común, plantarle cara. La razón que explica esta situación tiene que ver con las medidas económicas y políticas proteccionistas y la implantación de aranceles a productos extranjeros.
Una de las primeras medidas que tomó nada más entrar en la Casa Blanca fue abolir la normativa anti contaminación que se estableció cuando Barack Obama comandaba los designios del pueblo americano. Según Trump, iban en contra de la economía de su país, pues a su entender el cambio climático no existe, y por tanto, se debe permitir que sus industrias, coches y medios de transporte contaminen más.renderAd(adPage,44162);
Sin embargo, el estado americano de California sigue manteniendo sus restrictivas normativas anti contaminación, que como no podía ser de otra forma, se mantienen en la línea de las que dejó Obama a su salida de la Casa Blanca. Por tanto, el sector del automóvil americano, si quiere que las marcas vendan en este estado sus modelos, han de acatarlas y por tanto, dejar de lado las menos restrictivas de Donald Trump.
Teniendo en cuenta que California es el estado más importante para el sector del automóvil americano (en él se venden más de 2 millones de unidades al año) y que a ellas hay adheridos 16 estados más (Washington incluido), Trump ha decidido atacar su libertad de auto gobierno en materia de medioambiente. Al parecer, la idea que persigue el presidente de Estados Unidos, es obligar a que en todo el país sólo prevalezca una única normativa de emisiones (la suya) y por tanto, ha de dejar sin efecto la más