Largo y tendido hemos hablado sobre la guerra comercial que Estados Unidos, con su presidente Trump a la cabeza, ha emprendido contra gran parte de sus hasta ahora socios comerciales. China, la India y la Unión Europea han sido las grandes perjudicadas, pues hoy día la industria es global, mezclando entre estas cuatro potencias partes tan importantes del proceso como manufactura, diseño, tecnología o comunicación.
El sector del automóvil es uno de los más globales de cuantos existen en la industria, pues una marca puede tener un pasaporte “X” y a la vez, vender gran parte de sus modelos en un mercado externo. Uno de los mejores ejemplos es Volvo, que ha decidido abrir su primer centro productivo en South Carolina (EEUU) para ensamblar de forma exclusiva para el mundo la nueva generación del S60.renderAd(adPage,44162);
Esta multimillonaria inversión, aún habiéndose ejecutado e iniciado sus operaciones, está en la cuerda floja, pues si el presidente de los Estados Unidos mantiene los aranceles a los vehículos de la UE, la unión económica hará lo mismo, reduciendo las posibilidades de éxito del modelo sueco en nuestro continente. Sin embargo, un acercamiento entre la Canciller alemana Angela Merkel y Trump, ha permitido que la situación parezca llegar a la calma.
Tras la visita del Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a Donald Trump, parece que se ha llegado a un principio de acuerdo para no seguir con la guerra comercial. Según se desprende del acuerdo alcanzado, los aranceles al sector del automóvil, tanto por parte de EEUU como la UE se mantendrán, como también lo harán los fijados por el país americano al acero y aluminio.
Para compensar el desequilibrio de la balanza comercial, Europa se comprometería a comprar más soja americana así como a incrementar sus importaciones de Gas Licuado de Petróleo. Además, hay que apuntar que