El Suzuki S-Cross es un SUV compacto que viene a competir con modelos como el Kia Niro, Nissan Qashqai, SEAT Ateca o Skoda Karoq, entre la infinidad de modelos que plantea el mercado en la actualidad. Nosotros nos hemos puesto al volante de la versión de gasolina 1.0 litros de 111 CV, que únicamente está asociada un sistema de tracción 4×2. Se comercializa con tres niveles de acabado. El más básico (GL) está disponible desde 19.287 euros (ver todos los precios).
Con un aspecto renovado
El S-Cross mide 4.300 mm de largo, 1.785 mm de ancho y 1.585 mm de alto. Su carrocería de cinco puertas se ofrece en una gama de nueve colores -cuatro de ellos son nuevos y forman parte de la gama cuando se lanzó esta versión mejorada en septiembre de 2016-. Nuestra unidad de pruebas lucía la tonalidad ‘Negro Cósmico, muy recomendable si buscas un aspecto más elegante y con mayor empaque.
El acabado de la carrocería está muy cuidado en líneas generales. La amplia apertura de todas las puertas permite un muy buen acceso al habitáculo. Cuando nos situamos en el puesto de conducción, encontramos unos asientos confortables con un tapizado de piel que incrementan el nivel de confort. Los dos asientos de las plazas delanteras se pueden regular en altura mediante una palanca mecánica. Con todos los reglajes disponibles en el asiento y el volante, el puesto de conducción está muy logrado para que nos sintamos cómodos a los mandos. Unos mandos que, como suele ser habitual en Suzuki, ofrecen un diseño muy acertado para que se puedan manejar con facilidad, además de plantear un tacto preciso y un acceso rápido.
Un interior muy práctico
Todo el habitáculo cuenta con espacios de almacenaje extremadamente útiles -nos hubiera gustado que todos estuvieran tapizados con fondos de goma o tela-. Encontramos