Dentro de la historia de Porsche, solemos acordarnos de Ferdinand Porsche, el fundador, y de Ferry Porsche, su hijo. Y pocas veces nos acordamos de Louise Piëch, hija del fundador, y una pieza clave en el desarrollo de la marca y de sus éxitos deportivos.
En Austria, Louise Piëch era una personalidad importante, aunque nunca buscó el reconocimiento que se merecía fuera de sus fronteras. A diferencia de su hermano, Ferry Porsche, Louise nunca se convirtió en un icono. Sin embargo, la red de distribución que dirigía superó en ventas a la propia marca Porsche y muchas veces en rentabilidad. En sus primeros 50 años de funcionamiento generó 25.000 millones de dólares vendiendo y ocupándose del mantenimiento de 2 millones de automóviles.
Ferry Porsche y su hermana Louise Piëch, en 1987.
Todo cambió en la vida de Louise Piëch el 29 de agosto de 1952, el mismo día que ella cumplía 48 años. Entonces, era la mujer de Anton Piëch, abogado y gerente de la Porsche Konstruktionen GmbH -así se llamaba la importadora austriaca-, que contaba entonces con 71 empleados y se dedicaba a la importación y distribución de modelos Porsche y Volkswagen. También era madre de cuatro hijos: Ernst (entonces con 23 años), Louise (20), Ferdinand (15) y Hans-Michael (10).
Residían en la casa familiar de Zell am See, pero también tenían un piso en Salzburgo, desde donde dirigían la compañía, y una casa para el verano en Wörthersee. (Cosas de la vida, actualmente, y desde hace más de 20 años, se celebra en Wörthersee, en mayo, la mayor concentración de VW, Audi y Porsche del mundo).
Ese 29 de agosto de 1952 estaban en Wörthersee para celebrar su cumpleaños, pero Anton no se decidía a llegar. Finalmente, nunca llegaría. Había padecido un ataque al corazón. Anton