Prácticamente todos los fabricantes de automóviles (y muchas empresas tecnológicas) están desarrollando algún tipo de coche de conducción autónoma. Estados Unidos lidera actualmente la investigación en ese campo, seguida muy de cerca por Europa, pero podríamos perder esa ventaja estratégica por las numerosas y dispares reglas que impiden su desarrollo y prohiben en muchos casos la comercialización de este tipo de coches.
Uno de los fabricantes que más ruido hace en cuestiones de coche autónomo es el grupo Volkswagen. El Volkswagen Sedric es el futuro coche autónomo de nivel 5 (es decir, sin controles manuales) de la marca alemana. Y sin embargo, Europa será el último mercado importante al que llegue el Sedric. Según Johann Jungwirth, el objetivo es estar presente en las grandes ciudades estadounidenses en 2021, luego será en China y en grande ciudades de Oriente Medio, como Dubai. Y por último ya le tocaría a Europa.
La mayoría de pruebas a gran escala se están realizando en Estados Unidos. Y es que el problema para los fabricantes es que prácticamente todas las leyes de tráfico en Europa son derivadas de la Convención de Viena, de 1968, (que depende de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa o UNECE), la cual limita drásticamente el uso de coches sin conductor en Europa. Sin embargo, la UNECE ha abierto la posibilidad a que las empresas que quieran probar coches autónomos de nivel 5 puedan hacerlo pidiendo una excepción por pruebas a los estados en los que van a probar el coche.
La lucha por el nivel 5 de autonomía
El interés que tienen todos los fabricantes en el coche autónomo es estratégico. Las compañías tecnológicas, como Apple o Google, vía Waymo por nombras las dos más importantes, desarrollan sistemas de inteligencia artificial (IA), necesarios para el coche autónomo, no quieren quedarse atrás