El placer de conducir es la razón de ser del Mazda MX-5 y del Fiat 124 Spider. Conducir por placer es algo eminentemente pasional, como estos dos coches, y la razón tiene a priori poco sitio para intentar discernir cuál de los dos es mejor para comprar. Sin embargo cuando los dos coches son tan parecidos, la razón se une a la pasión para declarar un vencedor.
Ambos modelos salen de la misma factoría Mazda de Hiroshima (Japón). Comparten chasis y por tanto arquitectura (motor delantero por detrás del eje anterior y tracción trasera). También comparten la caja de cambios manual. Aunque en realidad lo de compartir es muy relativo pues todos esos elementos son de origen Mazda. Es todavía más evidente a bordo donde el salpicadero, el sistema multimedia y los asientos son también de origen Mazda.
El Fiat 124 Spider solo puede contar con un único motor (de origen FCA), una carrocería de diseño propio y una puesta a punto diferente. Pero esta unión industrial y puntual era necesaria para, por una parte, aligerar el coste de desarrollo del roadster más vendido del mundo (más de 1,2 millones de unidades desde 1989) y, por otra parte, para que Fiat pudiese lanzar al mercado una reinterpretación del 124 Spider, que tantos éxitos le dio entre 1966 y 1985.
Eso sí, que las similitudes no nos engañen. A pesar de tener una base común, las diferencias entre uno y otro van más allá de unas carrocerías diferentes. De entrada los motores no son los mismos. El Mazda MX-5 puede equipar dos 4 cilindros atmosféricos (1.5 litros de 131 CV y 2.0 litros de 184 CV), mientras que el Fiat 124 Spider apuesta por el 1.4 litros turbo del grupo FCA, que inicialmente contaba con 140 CV, pero que en breve debería estar