La industria está muy preocupada por la situación del diésel. Y no es para menos. El diésel está en entredicho, primero, bajo la acusación de ser contaminante, y uno de los problemas de las grandes ciudades. Aunque la industria trata de defender que los diésel modernos no son tan contaminantes, especialmente hablando de emisiones de NOx, y además son necesarios para reducir las emisiones de CO2 del parque automovilístico, tal y como demuestran estudios como el publicado por ACEA estos días. El diésel también está en entredicho por los escándalos de los últimos años referentes a la manipulación de los motores para salir favorecidos en los procesos de homologación, si bien es cierto esta situación se ha corregido con la implantación de un modelo de homologación más realista, próximo a las condiciones reales de funcionamiento de un coche. El diésel, por último, también está en entredicho por las posibles restricciones y prohibiciones que se pueden imponer en los próximos años. Veamos por qué debemos dejar de demonizar al diésel, según el punto de vista de la industria.
Por qué debemos dejar de demonizar al diésel, según la industria
Según la homologación de 270 diésel modernos bajo procesos de homologación más realistas – World harmonized Light vehicles Test Procedures (WLTP) – que tienen efecto desde el año pasado, y que son de obligado cumplimiento desde el pasado mes de septiembre, las emisiones de NOx de los diésel modernos se han visto reducidas significativamente, de manera que estos ya no solo cumplen con los estándares de emisiones actuales, en vigor, sino también con los estándares más estrictos que se ha previsto entren en vigor en enero de 2020. ACEA asegura que, según sus estudios, y datos de homologación realizados de manera independiente, los diésel modernos emiten de media un 85% menos NOx, que la