Entre el curso de conducción en arena, el curso de navegación con brújula y las verificaciones técnico-administrativas fueron pasando los días a ritmo frenético. Casi sin darnos cuenta nos vimos en la linea de salida con el depósito lleno, medio coche en repuestos, veinte litros de agua potable, comida para seis días y muchas ganas de comenzar el verdadero desafío. En total fueron apenas dos semanas desde que cruzamos el estrecho hasta que volvimos, incluyendo los preparativos en África, la competición en sí y el camino de vuelta… pero la realidad es que parecieron dos meses. Aquí va un resumen de como discurrieron nuestras etapas.
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Etapa 1, ¡podemos hacerlo!
Tic – tac – tic –tac… aún no ha amanecido cuando una voz nos despierta diciendo “Buenos días, son las cinco de la mañana”. Por deseo expreso de la organizadora del rally, los despertadores están completamente prohibidos en el campamento base y ella en persona se encarga de despertar uno por uno a todos los participantes. Según ella, el año pasado se perdieron muchas horas de sueño debido a despertadores que sonaban antes de lo necesario.
Tras un breve aseo nos disponemos junto al resto de participantes a recibir el que sería nuestro primer “briefing” del rally, donde básicamente el director deportivo trata de recalcar puntos clave para la etapa en curso y algunas normas de seguridad. En este caso nos recuerda la absoluta prohibición de pisar los escasos cultivos que seguramente nos encontrásemos en la zona sur de Nejjack y mantenernos alejados (muy alejados) de los puestos militares de la vecina Argelia.
La primera etapa comenzaba cargadita de emociones ya que a escaso medio kilómetro de la salida ya nos encontramos una zona de densas dunas bastante puñeteras. Se trataba de dunas de pequeña altura (alrededor de 5 metros de alto) pero con superficie