Siempre se ha dicho que, ante climas fríos, lluvias, hielo o nieve, no había nada como un buen sistema de tracción a las cuatro ruedas. Al contar con cuatro ruedas motrices, el par motor se reparte mejor y, por tanto, es más fácil canalizar la energía del propulsor al suelo y avanzar. También, con un coche de tracción integral es menos probable perder adherencia al salir de una curva.
Sin embargo, los nuevos neumáticos de invierno están logrando que un turismo normal con tracción delantera pueda afrontar situaciones con incluso más garantías que un vehículo idéntico con tracción integral y ruedas de verano. Por supuesto, no hablemos ya de un delantera con neumáticos de verano.renderAd(adPage,44162);
La principal ventaja de la tracción 4×4 -respecto a un 4×2- es la motricidad, pues la diferencia de grip lateral es mínima salvo que el conductor tenga mucha pericia. En frenada, como imaginas, el agarre es idéntico. Por tanto, es fácil ser consciente de que en nieve con unos neumáticos de invierno tenemos asegurados una menor distancia de frenado y un mayor agarre lateral. ¿Y qué hay de la aceleración cuando el coeficiente de adherencia es tan bajo?
En el vídeo anterior has visto varias pruebas sobre nieve comparando un BMW X1 con tracción delantera y neumáticos de invierno, y otro coche idéntico solo que con tracción a las cuatro ruedas y neumáticos de verano. Ya en la primera prueba, donde se realiza un 0 – 50 – 0 km/h, la diferencia es abismal, incluso desde los primeros metros.
Más tarde siguen realizando otras interesantes pruebas como una frenada desde 50 km/h hasta detenerse por completo, ascenso de pendiente, frenada en pendiente descendente, esquiva de obstáculo o recorrer un circuito sobre la nieve buscando el mejor tiempo. Las diferencias en todas ellas fueron enormes, saliendo siempre favorecido el vehículo