El halo ha cumplido su primer año de vida y el balance no puede ser más positivo. Hace solo un año su simple presencia nos horrorizaba y sobre las lagunas que veíamos en su implantación mejor ni hablamos. Pero el tiempo ha hablado y al César lo que es del César, su introducción ha supuesto un paso adelante en lo que a seguridad se refiere.
La parte más vulnerable y difícil de proteger de los pilotos en los monoplazas ha sido siempre la cabeza. El cuerpo está envuelto por una gran masa de fibra de carbono que tiene que superar un gran número de pruebas de impacto en las que cercioran que su habitáculo no sufre daños. Pero la cabeza sobresale por encima del coche con el casco como única protección.
El halo ejerce como un segundo elemento de protección, como un escudo. Cuando un coche vuela por encima de otro, cuando vuelcas, cuando la rueda de un rival vuela descontrolada… Es eficaz en un gran número de situaciones y en este 2018 lo hemos evidenciado en dos ocasiones de forma muy clara.
En Motorpasión
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Un efectivo escudo
No hubo que esperar a que avanzase la temporada para que el halo demostrase su efectividad. En la Fórmula 2 en la carrera inaugural de la temporada en Barcelona, Nirei Fukuzumi salió volando por encima de Tadasuke Makino y una de sus ruedas golpeó en el halo, pero no