Si hay algo que me gusta del automovilismo, del mundo del motor, más allá del propio hecho de conducir, de disfrutar en movimiento de esa unión entre diseño y técnica que es un coche o una moto, es la gente que conoces por esta nuestra pasión. Son años y años acudiendo a circuitos, quedando con otros aficionados para disfrutar de un tramo de montaña… Y en esta ocasión tenía una cita con un buen amigo con un Porsche 911 (996) GT3 para ponerlo cara a cara con un Porsche 911 (996) Carrera 4 y comprobar, cara a cara, las diferencias que hacían del primer GT3 un coche mucho más especial que un Carrera o un Carrera 4.
Por Mario Herraiz
Con el circuito del Jarama para nosotros aparcamos los dos 996 al comienzo del Pit Lane. El circuito está en absoluto silencio salvo por el ronroneo de nuestros 6 cilindros, los boxes están cerrados y el sol caldea el nuevo asfalto del trazado madrileño en un día que, por temperatura, por el sol que hace, no parece un día de navidad.
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Aparcado uno al lado del otro es fácil entender rápidamente las diferencias estéticas que condicionan a un Porsche 911 (996) GT3 frente a un 911 “normal”. Pero antes de entrar en los detalles específicos de esta versión debemos fijarnos en sus ópticas y es que el Porsche 911 GT3 de Dani es un MKII, es un modelo que luce el nuevo diseño de faros que Porsche presentó en el lavado de cara del 996, en septiembre de 2001, un lavado de cara que también llevó al resto de la gama, a los 911 “normales”, un aumento de la cilindrada de su motor bóxer y de su potencia.
Estas nuevas ópticas surgieron fruto de las enormes