La segunda generación del Mercedes-Benz GLC (si contamos como primera al denostado GLK) lleva en el mercado desde 2015. Cierto es que cuatro años no son muchos, pero teniendo en cuenta que los Audi Q5 y BMW X3 se han renovado por completo, es un mundo. Por ello, aprovechando que el Salón del Automóvil de Ginebra abre sus puertas en cuestión de días, los responsables de Daimler AG han querido mostrar su, necesaria, evolución.
El segmento SUV medio premium está cada vez más reñido y como era de esperar, el GLC centra sus cambios allá donde más los necesita. Por ello, los responsables de Mercedes-Benz han centrado sus retoques en: estética, tecnología y una gama mecánica a la que llega la micro hibridación. Todo ello, debería permitir al Mercedes-Benz GLC permanecer en el mercado un par de años más hasta que conozcamos a su sustituto.
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Más tecnología y diseño revisado
Hace un mes, tuve la oportunidad de probar un GLC, y las cosas como son, su fisonomía no ha variado. En el exterior, los diseñadores han perfilado la parrilla, los grupos ópticos LED, las defensas y las llantas de aleación. La tecnología LED adaptativa Multibeam de Mercedes estará presente, aunque opcionalmente. Más allá, el resto de cambios en el exterior son de matiz, como nuevos tonos o apliques.
Si pasamos al interior, la situación es idéntica que en el exterior. A diferencia de los últimos Mercedes, el GLC no emplea la doble pantalla que conocimos en el nuevo Clase A. Sin embargo, el cuadro de instrumentos es digital configurable sobre una pantalla de 12,3 pulgadas. Además, el sistema de infotainment incluye la tecnología MBUX y de serie tiene una pantalla de 7 pulgadas que opcionalmente de 10,25. Gracias al comando “Hey Mercedes” podremos acceder a funcionalidades como la gestión de las nuevas ayudas activas