En 2009, Ford lanzó en Estados Unidos la F-150 Raptor, una pick-up de alto rendimiento enfocada a la máxima eficacia fuera del asfalto, especialmente en terrenos rotos, propios de carreras como la Baja 1000. Diez años después, asistimos a la presentación internacional de la Ford Ranger Raptor, la hermana pequeña de este mito del todoterreno. La presentación ha tenido lugar en los alrededores de Essaouira, en Marruecos. Hemos podido ponerla a prueba sobre dunas, en pistas rápidas, en pistas rotas y sobre rocas. El objetivo de esta prueba es comprobar si la Ford Ranger Raptor está a la altura de su nombre, y tratar de explicaros por qué es uno de los coches más especiales que puedes comprar hoy en día.
La Ford Ranger, elevada a la enésima potencia
La idea tras la versión Raptor de las Ford Ranger Raptor – que por cierto, también reciben un lavado de cara en 2019 – es llevar a la enésima potencia las habilidades off-road de las Ranger. A nivel de estructura y bastidor, están basadas en las versiones Wildtrak de las Ranger, sobre las que un equipo de desarrollo ubicado en Australia ha construido una auténtica bestia. El chasis de largueros y travesaños ha sido reforzado con acero de alta resistencia en la parte delantera, y todo el tren de rodaje tiene el calibre necesario para soportar el abuso y los rigores de zonas tan inhóspitas y salvajes como el Outback australiano. Tenemos nuevos brazos para la suspensión delantera, construidos en aluminio y aluminio forjado.
Debemos estar agradecidos a Ford: es complicado que proyectos tan “incorrectos” como este vean la luz en mercados como el europeo.
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Tenemos un ancho de vías 150 mm superior al de otras Ford Ranger. Tenemos una altura libre al suelo de 283 mm