Las imágenes de los guardaespaldas de Kim Jong-un rodeando y corriendo junto con el Mercedes-Benz Clase S limusina del dictador norcoreano dio la vuelta al mundo. Más que la visión un tanto grotesca de los guardaespaldas obligados a trotar para seguir el ritmo del coche, todo el mundo se preguntó de dónde había sacado Kim Jong-un esa limusina.
Y en Daimler se apresuraron a decir que no tenían ni idea cómo el dictador había conseguido ese coche. Ahora, en un artículo de Edward Wong y Christoph Koettl para el New York Times, sabemos cómo el régimen de Kim Jong-un consigue sus coches de lujo.
Que un dictador posea al menos un Mercedes-Benz limusina es lo habitual desde casi siempre. El Mercedes 600 Grosser de los años 70 y 80 es un buen ejemplo, de ello. La realidad es que la mayoría de los dirigentes del planeta, ya sean de regímenes democráticos o no, a todos les gusta tener en el parque móvil una limusina de Mercedes-Benz.
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Por supuesto hay excepciones, ningún presidente estadounidense se subiría en algo que no fuese un Cadillac o un Lincoln y no veremos a la Reina de Inglaterra en algo que no sea británico. Ni tampoco un presidente francés a lomos de algo que no sea galo siguiendo la tradición inuagurada por De Gaulle y los Citroën DS y SM.
Sin embargo, Kim Jong-un no debería tener una limusina