Hasta los fabricantes con tradiciones más puristas son capaces de cambiar por completo su orientación estratégica. Si hace unos años te hubiéramos dicho que tanto Ferrari como Aston Martin están a punto de lanzar un SUV, posiblemente hubieras pensado que habríamos tomado alguna sustancia alucinógena. La realidad es muy diferente a la imagen romántica que muchos tenemos del automóvil, y está guiada casi exclusivamente por un único criterio: la rentabilidad pura y dura. Ante datos económicos en caída, BMW tomará decisiones drásticas, recortando aquellos modelos que aportan poco a sus accionistas.
Desde 2015 el precio de las acciones de BMW ha caído casi un 50% y en 2018, los ingresos de la división de coches cayeron un 22%. La rentabilidad económica de BMW cayó desde el 9,2% al 7,2%, y en 2019 se espera que oscile entre el 4,5% y el 6,5%. Además, la guerra comercial entre China y Estados Unidos está provocando una gran inestabilidad en dos de los principales mercados de la marca alemana. Por si esto fuera poco, BMW está invirtiendo muchos millones de euros en el desarrollo de su programa de coches eléctricos. Ante este panorama, la directiva ha decidido tomar medidas serias para frenar el deterioro de la rentabilidad.
Los accionistas son los propietarios de los fabricantes de coches. Y si no hay rentabilidad, pueden despedir a todo el equipo directivo – que no quiere que eso ocurra.
BMW hace caja con sus coches más caros y equipados, siempre que se vendan con suficiente volumen. Para evitar que ciertos modelos dañen su rentabilidad o no aporten nada a ella, Automobile afirma que BMW está preparando grandes recortes en su gama. El paso del BMW Serie 1 a una plataforma de tracción delantera compartida con MINI y el abandono de sus versiones de tres puertas también son prueba