Como hemos citado ya en multitud de ocasiones, las máquinas térmicas (como los motores de gasolina y diésel) tienden a desperdiciar gran cantidad de energía en forma de calor. Pese a lo que pudiese parecer, la tecnología en constante evolución tan sólo puede arañar algunos puntos porcentuales en esa gran cantidad de energía desperdiciada, porque las máquinas térmicas están limitadas de modo absoluto por las leyes físicas en las que se basa su funcionamiento, que son los principios de la termodinámica.
Eficiencia térmica en motores diésel y gasolina
La creciente eficiencia de los motores actuales ya no puede estar demasiado lejos de su límite termodinámico
De forma sencilla, vamos a ver cuáles son estos principios, cómo afectan al rendimiento de los motores de combustión y por qué la creciente eficiencia de los motores actuales ya no puede estar demasiado lejos de su límite termodinámico.
Dicho de otro modo, para lograr consumos sustancialmente menores que los actuales incidiendo sólo en la tecnología de los motores, no sería suficiente con su evolución sino que sería necesario dejar atrás las máquinas térmicas en favor de otro tipo de propulsores.
Rendimiento o eficiencia de una máquina térmica
Parece importante empezar definiendo el concepto de eficiencia o rendimiento que vamos a utilizar indistintamente a lo largo de todo el artículo. Así pues, entendemos el rendimiento de un motor como el trabajo realizado por cada unidad de energía consumida.
Si el trabajo realizado por el motor (generación de movimiento) fuese igual a la energía química del combustible utilizado para producirlo, la eficiencia de ese supuesto motor sería de un 100% (eficiencia perfecta).
Obviamente, ningún proceso puede tener una eficiencia superior al 100% porque eso sería tanto como decir que se estaría creando energía nueva. El primer principio de la termodinámica (conservación de la energía) niega esta posibilidad.
Por otro lado, cuando el trabajo realizado