Los motores turbo tienen muchas ventajas, pero también algunos inconvenientes. El principal es que a más piezas móviles hay más posibilidades de avería, y por eso el turbo es uno de los sistemas que más reparaciones están acaparando en los últimos años. Hoy vamos a tratar de explicar cómo detectar una posible avería en el turbo y minimizar la gravedad.
Desde que las normativas anticontaminación empezaron a apretar y se instauró el downsizing, los sistemas de sobrealimentación mediante turbocompresores se han hecho el pan de cada día en prácticamente todas las marcas. Sólo quedan algunos valientes como Mazda defendiendo a capa y espada los bloques atmosféricos.
Turbocompresores: síntomas y posibles averías
Los sistemas de sobrealimentación están diseñados para bajar los consumos en mecánicas convencionales o incrementar las prestaciones en el extremo mas aspiracional, en coches de corte deportivo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que una mecánica más compleja también entraña ciertos riesgos y «se me ha ido el turbo» es una frase que se puede escuchar con relativa facilidad. Quienes dicen esto se refieren a una probable avería que está incluso asumida por los conductores.
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Un turbocompresor es un sistema que lleva décadas entre nosotros y su funcionamiento es (aparentemente) sencillo. Los gases de escape se utilizan para mover una turbina que, a través de un eje, impulsa una segunda turbina que fuerza el aire de admisión hacia el motor. A más cantidad